Eu sempre arrepio quando ouço a voz do próprio Allende reproduzindo exatamente estas palavras: 
Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a 
ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las antenas de Radio Magallanes.
Mis palabras no tienen amargura sino decepción. Que sean ellas un 
castigo moral para quienes han traicionado su juramento: soldados de 
Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha 
autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general 
rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al gobierno, y
 que también se ha autodenominado director general de Carabineros.
Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores:
¡Yo no voy a renunciar!
Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del 
pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos 
entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá 
ser segada definitivamente.
Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos
 sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la
 hacen los pueblos.
Trabajadores de mi patria: Quiero agradecerles la lealtad que siempre 
tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue 
intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que 
respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo.
En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a 
ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el 
imperialismo, unidos a la reacción, crearon el clima para que las 
Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general 
Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector 
social que hoy estará esperando con mano ajena reconquistar el poder 
para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.
Me dirijo a ustedes, sobre todo a la modesta mujer de nuestra tierra, a
 la campesina que creyó en nosotros, a la madre que supo de nuestra 
preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la patria, a
 los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición
 auspiciada por los colegios profesionales, colegios clasistas que 
defendieron también las ventajas de una sociedad capitalista.
Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su 
alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero 
que trabajó más, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán 
perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas 
horas presente en los atentados terroristas, volando los puentes, 
cortando las vías férreas, destruyendo los oleoductos y los gasoductos, 
frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder.
Estaban comprometidos. La historia los juzgará.
Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi 
voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre 
estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre 
digno que fue leal con la patria.
El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe 
dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán 
otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende 
imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de 
nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, 
para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio 
no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección
 moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.
 
 
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